Cuando era pequeña me explicaban mil cuentos de hadas
me daba toda clases de detalles, hasta sus finales
pero nunca me dijeron si fueron reales alguna vez en la vida
o si eran miseras fábulas de lo que a los seres humanos les hubiera gustado tener y sentir.
Muchas de ellas tenían relación con el amor
ese sentimiento fuerte que tenían los personajes hacía el otro
capaces de derribar fronteras con tal de encontrarse con su amado/a al otro lado
dispuestos a entregas su vida por aquella persona.
Pero todo cambia, cuando levantas los ojos de los libros,
cuando los cuentos ya no te los explican, sino que los vives
y tu eres el protagonista de tu propia fábula.
Empezamos por ponernos metas en la vida
que haremos, como viviremos, a quien y de que forma amaremos
pero conforme van pasando los años, nuestras metas se van distorsionando
y pasan a ser añadidos de nuestra vida cotidiana
trabajo, en el que rara vez nos sentimos realizados
hipotecas, las cuales nos pasamos el resto de nuestra vida pagando
y conformismo, mezclado con cariño y necesidad.
Donde están entonces nuestros príncipes y princesas?
porque no vienen a rescatarnos de nuestros torreones o palacios encantados?
y esos ladrones que robaban a los ricos para dárselo a los pobres?
o ese camino de baldosas amarillas que nos llevaba hacia ciudad Esmeralda?
Esta sobre dosis de fantasía con final feliz y tan poco real
ha hecho aumentar el dolor por la decepción, por el fracaso y por la impotencia
sobre lo que en realidad haremos, por donde realmente viviremos
y por quien puramente amemos.
viernes, 15 de mayo de 2009
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